La universidad como el único camino en la vida
Algunos padres se empeñan en dirigir la vida de sus hijos. La palabra «universidad» era, y lo es todavía, sinónimo de estabilidad laboral y de tener una profesión por la cual uno esta cualificado para hacerla.
¿Pero y si alguien no quisiera ir a la universidad? ¿Significaría eso que no hay lugar en el mundo para dicha persona? En un mismo camino siempre hay diferentes atajos que te llevan a dónde quieres ir.
En nuestras vidas, tendemos a dar por sentado muchas cosas, y algunas ya forman parte de nuestro campo de comprensión. Lo que a menudo resulta incomprensible para nosotros, lo dejamos a un lado, o cómo es preferible, lo analizamos hasta que llegamos a darle un sentido y significado.
La universidad, ha llegado al campo de comprensión de muchas personas hacia un sentido del todo positivo. Es aquel lugar dónde los jóvenes reciben unas enseñanzas encaminadas a lo que quieren ser y a la profesión que, por el momento, han escogido. ¿Pero qué ocurriría si alguien no quisiera ir a la universidad? Por supuesto que existen unos cursos llamados formativos, y también existen ciclos superiores para garantizar las enseñanzas al individuo, pero aún así, el hecho de rechazar la universidad, no es plato de buen gusto para muchas personas.
La Universidad y los jóvenes
Todo se debe comprender, y todo podría tener una explicación, aunque a lo mejor no vaya a ser esta la más acertada. Los padres que vivieron la guerra o la postguerra, inculcan a sus hijos la palabra universidad e invitan a que puedan ir, ya que ellos por razones políticas, sociales o simplemente por falta de recursos no pudieron ir. Algunos padres por el contrario, incitan a los hijos a seguir las mismas profesiones que ellos, para así poder continuar con su linaje profesional. Cada casa es un universo y cada individuo un mundo, así que las razones pueden ser infinitas.
La universidad posee muchas garantías, y una de ellas es segura, y es la de poseer una carrera, y en caso de que el estudiante quiera continuar o afinar su aprendizaje, un máster. Pero en absoluto tiene la garantía de tener trabajo. Y en caso de que al haber ido a la universidad facilite en cierta forma trabajar de lo que uno ha estudiado, no es garantía suficiente como para conseguirlo de manera inmediata una vez finalizados los estudios. Los ejemplos de miles de estudiantes universitarios que no encontraron trabajo durante los últimos ocho años en nuestro país debido a la crisis, es un claro ejemplo.
Es por eso que la universidad no se ha convertido en una garantía absoluta de poder conseguir una vida acomodada con unos ciertos lujos en la vida y todo rematado con una buena jubilación, sino que se ha convertido en un mero prototipo. Se ha convertido en una idealización para muchas personas, y en una respuesta coherente a lo que significa empezar alguna profesión. Para mucha gente, la juventud y la vida laboral no se entendería sin ir a la universidad.
La universidad, no obstante, es muy importante. Son fuentes de conocimiento, y ofrecen muchas ramas para quienes deseen una formación y unos conocimientos específicos. Aunque, por otra parte, no son el único enlace con el conocimiento.
Así que la vida tiene el mismo sentido aunque no se haya ido a la universidad, y una persona puede ser igual de inteligente o adquirir unos conocimientos y aprendizajes en otros sitios, sin tener que pasar por ella. La vida no se construye en base a lo que la gente piensa o en las modas, sino a uno mismo.
Hay que darle a la vida el sentido y significado que le queramos dar.
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