El sexo público te pone, y lo sabes
El morbo nos pone a cien; eso es un hecho, y practicar el sexo de “manera convencional” ya nos parece cosa del siglo pasado. ¿Sabéis qué? Salgamos a la calle a cazar.
Somos seres humanos, animales que cuentan con un seguido de necesidades fisiológicas. Una de ellas es claramente el sexo, un acto que practican la mayoría de personas que habitamos este planeta (y digo la mayoría porque hay personas que no lo necesitan en sus vidas).
De la misma manera, a lo largo de la historia se han ido incorporando distintas prácticas sexuales que pretendían alejarse de “lo convencional”, intentando aportar un “mayor placer” a nuestros encuentros sexuales.
Uno de estos placeres, tal y como se anuncia en el título del artículo, ha venido a ser el sexo en espacios públicos, algo que hace tiempo que está de moda entre los más atrevidos, entre aquellos a los que, la exhibición, no les parece para nada un concepto del que avergonzarse. Hay quienes afirman que el hecho de mantener relaciones sexuales con personas desconocidas aumenta el placer, de manera que nuestro apetito y disposición a repetir dicha experiencia también se verá afectada.
Pero, ¿acaso todo el mundo está dispuesto a practicar el sexo en plena luz del día en un espacio abierto y accesible para cualquier persona? Probablemente no. De hecho, esta práctica siempre “se ha relacionado” de una manera más directa con la comunidad homosexual bajo el nombre de cruising, un concepto que, según la RAE (Real Academia Española), se refiere al “término inglés que define la actividad sexual en lugares públicos, como parques, playas o descampados, principalmente referido a los varones homosexuales”.
Pero, ¿por qué acaso debería ser esto algo que identificamos como propio de los gays? El diario El Mundo nos lo explica, y es que como todavía, por desgracia, vivimos en una sociedad que juzga a la comunidad LGTBI, estas conductas ayudan a actuar de manera discreta. Parece mentira que encontrarte un momento con alguien desconocido con el objetivo de compartir el placer en un lugar prácticamente aleatorio siempre resultará más fácil que atreverse a salir de la mano cogida por la calle. Al fin y al cabo, en el primer caso no debes darle explicación alguna a nadie. Llegas, mojas y adiós muy buenas.
Según este mismo diario mencionado, en España nos estamos claramente rindiendo hacia este nuevo código secreto del sexo, “[…] dejando en el camino a los más veteranos, acostumbrados a frecuentar baños y aseos de intercambiadores, y de conocidos establecimientos.”. Parece que ahora nos mueve más la adrenalina y el saber que en cualquier momento podemos ser cazados. El morbo, quizás.
Y no todo parece quedarse en el simple hecho de acudir a ciertos lugares para practicar sexo, si no que el “cruising” está siendo cada vez más visible también a través de las redes sociales. Si realizamos una pequeña búsqueda a través de herramientas como Twitter, podremos encontrar fácilmente mensajes del estilo: “¿Alguno está por el retiro ahora y quiere rabo? #cruising”.
¿Entendemos, entonces, que la discreción también se está perdiendo?
Aun así, es necesario mencionar que, en caso de querer ceder a tener sexo en “plena via pública”, siempre, y repito, siempre, se deben tomar precauciones (sexuales y de seguridad), ya que según un recente estudio en otro diario del estado español, se han cometido numerosos robos y/o agresiones a personas que tan sólo querían dejarse llevar por el placer.
Se trata de personas que actúan por odio a la comunidad homosexual o que, simplemente, creen que se trata de una oportunidad en la que les resulta más fácil realizar el hurto, pues se trata de un momento en el que la otra persona es totalmente vulnerable. Además, debemos tener en cuenta una parte considerable de los hombres que realizan este tipo de prácticas son personas que probablemente todavía no se han mostrado tal y como verdaderamente son ante la sociedad, quizás porque no se han visto con las fuerzas necesarias y/o porque en casa les está esperando una familia que temen romper. En cualquier caso, a pesar de que tenemos el auténtico derecho a poder gozar de nuestro cuerpo y de aquél de quién nos guste, es extremadamente necesario saber con quién nos encontramos.
De hecho, si nos referíamos también a las precauciones sexuales es, obviamente, por las probabilidades de que algo no salga bien a partir de esta relación. Siempre se debe llevar un preservativo encima, pues puede resultar que un día de estos te encuentres con que lo necesites. Ferran Pujol, director de BCN Checkpoint, un centro para la detección del VIH en gays, lo explica: “El cruising ha existido toda la vida y comporta riesgos, como cualquier otra actividad sexual. Aunque, si el lugar no es adecuado, es difícil tener medidas preventivas en mano”.
Como puede resultar evidente, el sexo en espacios públicos no es limitado por las personas que forman parte de la comunidad homosexuales, pues también son altamente practicados y llevados a cabo los términos de Bud Sex y el Dogging. Ah, ¿Qué nos los conocéis? A ver…
Mientras que el “Bud Sex” viene a ser el sexo entre hombres “heterosexuales” que quieren tener una experiencia que se aleje de la rutina, el “Dogging” consiste en las relaciones sexuales en espacios públicos protagonizadas por parejas heterosexuales. Su origen está fechado por los años 70, cuando con la excusa de “ir a sacar el perro”, de ahí el dogging, los dueños de los mismos aprovechaban para matar dos pájaros de un tiro. ¿Os sorprenderíais si os digo que el perreo que vemos en las discotecas proviene de algo tan banal como esto? Pues sí, es así.
En este caso, este tiene su propio lenguaje: si un día vas de paseo por algún lugar en el que te encuentres algún coche con una puerta abierta y las luces delanteras encendidas, puedes saber del cierto que tienes libre acceso para acudir a la “reunión”.
Y tú, ¿te atreverías a practicar el cruising/dogging? Sé sincero.
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