¿Compartes alguno de estos fetiches sexuales?
Para gustos colores. O al menos para gustos colores que sean comprensibles por la mayoría de la sociedad. Seguro que has oído hablar del gran abanico de posibilidades que observamos en los gustos sexuales de cada persona, hasta incluso cosas que te parecerán bizarras. Ahora, ¿somos quién para juzgar?
Cada vez son más las personas que están dispuestas a probar cosas nuevas en detrimento de la típica práctica sexual a la que nos tienen acostumbrados. Algunos considerarían tales cosas como nuevas posturas, quizás añadiendo vocablos ardientes al acto, a lo mejor probando el desfogue en lugares recónditos del mundo o, quién sabe, ser rociado mediante el líquido expulsado de nuestros cuerpos, dadle a la imaginación.
Oíd, que levante la mano el que se libre de culpa, pero aquí todos tenemos nuestras excentricidades, lo que pasa que todavía nos da como cosilla hacer de ello un hashtag para colgarlo en nuestra última publicación en Instagram.
El objetivo de estas palabras no es para nada el de juzgar los gustos más íntimos de aquellos que nos rodean (sí, lo es), si no para ser conocedores de todas las posibles opciones abarcables a la hora de practicar el sexo. No vaya a ser que luego nos encontremos con una sorpresa desagradable…
El tipo de sociedad en el que vivimos ha hecho de nosotros seres impacientes que demandan tener lo deseado al siguiente segundo de pensar en ello. Nuestros gustos y apetitos respecto a lo material son efímeros, y lo mismo pasa con nuestra sexualidad; ya no nos sirve con tumbarnos en la cama y dejarnos llevar, ahora preferimos frotarnos contra la encimera aceitosa de la cocina, rebozarnos en la hierba de algún parque en el centro de una metrópolis… Multitud de lugares y maneras que nos aportan una mayor excitación. Al fin y al cabo, el secreto del mayor de los placeres es ser conscientes de que podemos ser vistos en cualquier momento… Ay, no me hables de ello que se me erizan mis suaves pelos rubios de los brazos.
¿Y qué me dices de los fetiches sexuales?
Es muy probable que hayas oído hablar acerca del fetichismo hacia los pies de los demás, las axilas, las narices e ¡incluso los pies! Multitud de personas se suman cada día a investigar qué es aquello que puede provocar sus más duras erecciones y/o calentamiento vaginal. Hace unos pocos años se puso de “moda” lo que conocemos como masoquismo y sadismo gracias a una trilogía de libros que dio la vuelta al mundo unas cuatro veces. Desde entonces, más parejas se han atrevido a decir… “Dame un golpecito aquí”, “Aprieta la correa”, “Cógeme del cuello y estrangu…” Espera un segundo, ¿estoy escribiendo lo que creo que estoy escribiendo? La cosa se pone seria, y no sé si en el buen sentido de la palabra. Dicho está en el propio subtítulo del artículo; para gustos colores, pero, ¿existen ciertos límites de los que deberíamos alejarnos?
ElCorreo.com hizo referencia en uno de sus posteados a todas aquellas prácticas que, por raras y extravagantemente macabras que parezcan, tienen su público objetivo.
La primera con la que nos encontramos es la somnofilia, la excitación de ver a algún desconocido dormir. Esto puede ir desde la simple excitación hasta la propia práctica pasando, también, por la masturbación. Pienso en el largometraje “Mientras duermes” y ya me pongo nervioso. No, gracias.
Este mismo artículo te permite obtener mayor información acerca de la acrotomofilia, “la preferencia por alguien que tiene algún miembro amputado”, tal y como como escriben los propios redactores. Aquellos que gozan mediante esta práctica reconocen preferir la carencia de piernas a la de brazos y, según dicha fuente, en numerosas ocasiones acaban siendo ellos mismos los que deciden deshacerse de alguno de sus miembros.
Esperad que esto no es todo. ¿Acaso os suenan los conceptos de urofilia y/o coprofilia?
Seguro que sí. En primera instancia, se hace referencia a la conocida “lluvia dorada” mientras que, en segundo lugar, ya estamos pasando al hecho de disfrutar del olor, del tacto (y más) de las heces humanas. Sin ir más lejos, hace apenas unos meses emitieron un documental en TV en el que se hablaba de páginas web destinadas única y exclusivamente a la compra y venta de… bueno, mierda. Siento el atrevimiento, pero no quiero repetir palabras previamente usadas.
Y ya, por último, la ilegalidad de las ilegalidades, la necrofilia, algo que no insistiré en definir debido al respeto que tengo hacia la sociedad en general.
Sin lugar a dudas, cuando oigo acerca de estos fetiches o prácticas sexuales, no me es para nada extraño. Se trata de cosas que he oído desde que tengo presente el sexo en mi vida. El debate se establece en los juicios de valor que hacemos de estos gustos. La libertad de expresión es algo con lo que contamos, o al menos creíamos hasta hace poco, y cada uno es libre de hacer lo que quiera con su cuerpo y su vida. Pero al mismo tiempo debería ser comprendido por los “practicantes” de que para otras personas hay ciertas cosas con las que no se debería jugar, porque, ¿estamos hablando simplemente de fetiches o de algo ciertamente más controvierto? ¿Cuál es el límite del placer?