Las secuelas del confinamiento. ¿Cómo nos ha afectado en nuestra relación?
La pandemia causada por el Covid-19 cambió la vida a nivel mundial de todas las formas posibles. Más allá de usar mascarillas y lavarse con frecuencia las manos, realmente ha sido el confinamiento lo que ha hecho que las vidas cambien de un día a otro: Trabajo y escuela en casa, prohibición de reuniones o eventos sociales, la cerrada de lugares públicos, entre muchos otros ámbitos que crearon una crisis a nivel mundial.
Como cualquiera supondría, el tiempo de aislamiento prolongado logró deteriorar las relaciones personales de las personas, a tal punto que la interacción con familiares, amigos y colegas, se ha distorsionado completamente. Y una de las interacciones que no se ha visto excluida en los cambios es, sin duda, los noviazgos.
Amor durante el confinamiento
Antes, en lo que se denomina ahora como la “vida normal” que llevábamos antes del coronavirus, solíamos pasar más tiempo conviviendo con nuestros compañeros de trabajo que con nuestras familias o novio/a. Al final del día, un noviazgo bien balanceado podía encontrar un par de horas para pasar tiempo juntos, dejando atrás la rutina.
Ahora, cuando la rutina significa pasar todo el día en casa, haciendo todo de forma virtual y sin interacción física con otras personas, puede afectar de manera significativa a ambos de dos maneras:
- Aquellos que viven separados, y que el confinamiento les impide verse;
- Que vivan juntos, y el tiempo que deben pasar en convivencia les resulte abrumador.
En estos momentos donde la convivencia se ve puesta a prueba, se pueden intensificar dos comportamientos: Si antes del aislamiento había una interacción positiva, donde se tiene a una dinámica que logró construir un noviazgo con bases sólidas, de amor, comprensión, empatía y comunicación, esta parte saldrá a flote a pesar de la difícil situación en la que se encuentren.
Sin embargo, una interacción donde se frecuentaba la hostilidad, tensión, peleas e incluso violencia, no es ninguna sorpresa de que en momentos de crisis, sumado el aislamiento, estos episodios se hagan cada vez más comunes.
Sin embargo, hasta las parejas más felices pueden encontrar este momento de asilamiento desafiante. La nueva forma de vida a la que los adultos deben adaptarse, el miedo y el estrés ante la situación que se está viviendo, además del riesgo de contagio, traen a flote sentimientos y emociones que, sin duda, pueden terminar en ruptura.
¿Qué se debe hacer para afrontar los problemas causados por el aislamiento?
Claro está, que este no se trata de un problema que afecte a dos o tres personas, sino que se ha convertido en casos típicos ante psicólogos y orientadores, quienes se han dedicado a estudiar esta situación, y han recomendado numerosas maneras de afrontar las situaciones de tensión.
El primer trabajo es a nivel emocional
No se puede pretender ofrecerle empatía, cariño y estabilidad a una persona, si por dentro somos una bola de nervios, estrés y tensión. Por lo tanto, primero se debe resolver cualquier conflicto interno que pueda generar la angustia por el virus, el riesgo al contagio y el agobio por el aislamiento y la falta de interacción con otras personas.
De este modo, una vez que la persona se sienta fuerte, segura, estable y optimista, podrá brindar ese mismo sentimiento a su entorno y trasmitírselo a un segundo.
Durante las crisis, es necesario pensar con objetividad
El aislamiento puede ser el momento perfecto para analizar el noviazgo, pensando objetivamente y más allá del enamoramiento, con el objetivo de evaluar si los sentimientos hacia la otra persona están en sincronía con respecto a cómo funciona la relación.
Ese consejo es principalmente relevante para aquellos novios que han estado físicamente separados durante el aislamiento.
Es importante analizar qué tanta falta hace la otra persona, si en verdad es positivo lo que aporta y si no se trata de una conexión meramente física.
Durante esta distancia obligatoria, muchas personas han descubierto que su dinámica con su enamorado no era lo que percibía cuando estaban juntos, y ahora con esta nueva verdad sobre su relación, se ve frente a una ruptura inminente o un cambio drástico de la interacción que estaban acostumbrados a tener.
Para muchos, este puede ser un aspecto negativo. Sin embargo, también puede ser una buena oportunidad para reconocer romances tóxicos, o simplemente dejar atrás a una persona que no aportaba nada positivo.
La forma en la que sobrellevan la crisis dice mucho sobre la otra persona
Empezar un nuevo romance no es fácil, especialmente para los adultos, y podrán pasar incluso años para conocer completamente a la otra persona. Sin embargo, la situación actual representa la oportunidad perfecta para conocer una faceta de la otra persona que no siempre sale a la luz.
Y es que la forma en la que las personas reaccionan ante una crisis como la que se vive hoy en día, muestra su lado de sobrevivencia más puro, que podrá resaltar rasgos positivos (cooperación, ayuda a vecinos o necesitados, apoyo emocional) o negativos (egoísmo, mal manejo del estrés, entre otras cosas).
De esta forma, se conocen aspectos de la personalidad del novio/a que no había mostrado anteriormente, lo cual podría resultar en factores determinantes para la continuidad del noviazgo.
Adaptarse y saber incluirse en la nueva rutina
Ya se comentó previamente lo difícil que es adaptar la vida adulta a la nueva rutina a la que se hace frente con esta “nueva realidad”. Esto, sin duda, también incluye la interacción del noviazgo.
Hay novios que funcionan mejor pasando un par de horas a la semana juntos, y que estar demasiado tiempo en la compañía del otro resulta agobiante. Sin ánimos de decir qué está bien y qué está mal, el dinamismo de la pareja debe resultar para ellos, y de ahí nada más importará.
Sin embargo, este bienestar podría verse amenazado por el aislamiento, especialmente para aquellos noviazgos recientes que han optado por vivir juntos.
En este caso, se debe tener un muy buen balante entre el trabajo, los quehaceres del hogar y el tiempo de calidad que pasen juntos.
Estar en la misma casa no siempre debe significar estar juntos, y eso dependerá de la dinámica que acostumbren, y qué tan cómodos se sientan estando siempre en presencia del otro de manera ininterrumpida.
Es muy común que pasar tanto tiempo juntos pueda conllevar a una disminución de la intimidad personal, y la privacidad se verá afectada, dos factores que pueden ser muy importantes en la corresidencia.
Cuando este problema se hace cada vez más frecuente, alguno de los dos (sino ambos) comenzarán a sentirse acosados, se creará una sensación de que todas tus acciones y actividades están siendo evaluadas e, incluso, se puede dar el caso de buscar compensar la falta de socialización (pasar tiempo con familia, amigos, fuera de la casa) en la otra persona, dejando sobre él o ella una carga y un vacío que no será capaz de llenar.
Para ello, ambos deben ser comunicativos y expresar cosa que normalmente no le afectaría, o temas incómodos que no solían ser tratados en el noviazgo antes del aislamiento, pero que se han convertido en un problema real y frecuente, y solo se solventará si deja de volverse tabú para buscar una solución.