Llamémosle “química”

Cuando nos enamoramos, el cerebro protagoniza cambios y se responsabiliza del bienestar general que sentimos.

El amor es la causa de una invasión de sustancias químicas en todo nuestro cuerpo, responsables de reacciones físicas como la taquicardia, la mirada embobada, las manos transpiradas y el rubor en las mejillas.

La química está presente en todas las etapas por las que va pasando una relación: el deseo, el principio de enamoramiento y el mantenerse junto a la otra persona.

En un articulo anterior hablamos que el inconsciente manda más de lo que creemos en la atracción física. La atracción física que sentimos al principio y el flirteo que se crea entre dos personas que se gustan da lugar al deseo de ambos. En esta etapa, los compuestos químicos que surgen son la testosterona y los estrógenos, hormonas sexuales masculinas y femeninas, y las feromonas, hormonas que se activan cuando nos sentimos atraídos inconscientemente por la persona que tenemos delante.

El principio del enamoramiento es sinónimo de que las cosas están yendo bien. Cuando nos estamos enamorando nuestro cuerpo protagoniza síntomas como la pérdida del apetito y del sueño, sudores, mariposas en el estómago, etc., debido, una vez más, a la química y a los nuevos compuestos que aparecen en el cerebro: la dopamina, la feniletilamina, la serotonina y la norepinefrina. Dan lugar a sentimientos como el placer, la pasión, la euforia, la excitación y sensaciones como “tocar el cielo” y “tener el control” empiezan a adueñarse de nuestro cuerpo.

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La calma y la estabilidad se apoderan de nosotros cuando llevamos tiempo con una persona y sentimos una especie de enlace que hace que nos mantengamos unidos. La hormona que da lugar a esta sensación es la oxitocina, conocida también como la sustancia química del abrazo. La liberamos a través del contacto físico con la otra persona y cuanto más contacto de piel con piel haya más hará esta hormona que nos unamos a ella.

“Tener química con alguien” es una expresión que las personas han utilizado siempre como sinónimo de compatibilidad y de estar a gusto el uno con el otro. Ahora podemos comprobar que, más allá del buen entendimiento entre dos personas, en gran parte del proceso que sentimos desde que nos fijamos en alguien hasta que llegamos a una estabilidad emocional con él o ella, la química está presente para hacernos sentir cada una de las emociones.

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