Amor 2.0 + Amor 2.0 = 0.0 Patatero
Soy de los que leen la prensa (digital). Utilizo en mi trabajo internet como creo que el 99,99% de los que curramos (ordenador, tablet, móvil, etc.), hasta los pastores de ovejas o de cabras o de vacas llevan su smartphone en el morral.
Y leyendo la prensa (digital) me caen estas perlas escritas por una mujer bajo el título “Lo confieso, soy adicta a Tinder”.
Primera perla
“Me hice Tinder hace ahora dos años. Tras varias relaciones sentimentales fallidas de las que salí bastante cabreada, herida y/o resignada (vete tú a saber), decidí lanzarme a los brazos del amor tecnológico. Todas mis amigas solteras hablaban maravillas de esta red social destinada a la búsqueda del puro y duro magreo (no nos engañemos) y yo pensé que por intentarlo no perdía nada”.
Segunda perla
“Reconozco que al principio me pareció todo demasiado frío. Eso de deslizar la imagen de un completo desconocido a la derecha (si te gusta) o a la izquierda (si no te gusta), basándome solo en el físico y en un par de líneas descriptivas (en las que todo el mundo miente), era, cuanto menos, inquietante. Sin embargo, mis primeras citas Tinder fueron sorprendentemente bien. Y cuando digo esto me refiero a que todos se parecían en un 80% a su foto de perfil, disfrutamos de unas agradables cervezas y terminamos revolcándonos en su/mi cama. Hasta ahí todo correcto.”
Tercera perla
“Tinder mantiene mi autoestima por las nubes porque siempre me espera algún ‘like’ cuando llego a casa, de camino al trabajo, en el supermercado… Esa notificación inesperada que aparece en mi móvil cuando Alfredo39 me manda un ‘superlike’ (que esto ya es lo más de lo más) hace que mi día mejore. Ni lo conozco ni sé si le devolveré el halago virtual y ni siquiera tengo claro si llegaremos a quedar, pero qué más da. ¿O sí que da?”
Cuarta perla y última… hay muchas más
“A día de hoy puedo decir que no me arrepiento de haber entrado en esta red social, pero no me tiembla el pulso al reconocer que se me ha ido de las manos. Me he metido en un bucle del que me costará salir porque me he acostumbrado a tener una cita tras otra, como si fuese un reclutador de nuevos trabajadores de una gran multinacional. En ocasiones, me da la sensación de que cambia el chico, pero no la situación. Mismas preguntas, mismas respuestas, mismos bares, mismas bebidas… ¿Por qué me he enganchado?”
“¿Por qué me he enganchado?”, dice.
Te has enganchado porque estas redes sociales están pensadas-diseñadas-planificadas-ejecutadas para “enganchar”. ¿Te suena lo de “quiero dejar de fumar pero no puedo”? Pues esto es más de lo mismo o casi lo mismo, es una mezcla de “físico” y “química” muy bien diseñada porque juega con alguna de las debilidades esencias del ser humano. Un like es un miniorgasmo (nos gusta gustar). Un orgasmo es un orgasmo (pura química = dopamina)… pero un orgasmo tras otro sin verdadero afecto, sin puntos en común, sin aficiones juntas que compartir, sin conversaciones, sin problemas que contar porque no hay confianza, sin verdadero cariño, es solo una calada de nicotina para para el cerebro pero absoluta soledad para el alma.
El sexo es una divertida excusa para relacionarnos (quizás la más divertida)… pero dura lo que dura. Si el resto del tiempo no tienes mucho más que compartir con el compañero o la compañera de sexo prácticamente no tienes nada. El problema es que le llamas Amor 2.0 y las matemáticas no fallan: Amor 2.0 + Amor 2.0 = 0.0 Patatero.
Aunque curiosamente en el problema está la solución
Así pues, supongo que el miedo a la soledad, a iniciar una relación sólida y duradera y los numerosos e infinitos perfiles de hombre que me ofrece Tinder son algunas de las razones porque las que no sería capaz de desinstalarlo de mi teléfono. Lo que sí tengo claro es que prefiero eliminar para siempre las fotografías de mis sobrinos que quedarme sin espacio para mi adorada aplicación.
Ése es precisamente el “talento” de algunas aplicaciones/sustancias: que te colocan en su mundo (su negocio) y te descolocan en el tuyo secuestrando tu propia vida. Como dice el refrán: “mejor solo que mal acompañado”. Si estás solo o sola tienes la libertad de elegir cuando y con quien estar acompañado. Si estás mal acompañado, y no lo sabes, simplemente eres un esclavo o esclava sin cadenas.
Afortunadamente hay otras aplicaciones que lo primero que hacen es aplicar PSC (Puro Sentido Común).
Agradecimientos: