¿Por qué nuestras parejas se parecen a nosotros físicamente?
Hay varias respuestas a esta pregunta, y ninguna de ellas es todo lo romántica que nos esperaríamos. Se trata de explicaciones más bien científicas que ya han sido investigadas por expertos y hay detrás varios estudios que lo confirman.
Hace un siglo, las parejas se juntaban dentro de una misma comunidad. Y en muchos de los casos, aunque fueran parientes lejanos, es posible que tuvieran antepasados comunes. Con el paso de las generaciones, la afinidad entre las personas ha ido construyendo una estructura genética común.
Pero la genética no es todo lo que hace que las parejas se parezcan entre sí. Hay más estudios que hablan de otra causa: involuntariamente, hay personas que para encontrar pareja, buscan una similitud con uno de sus padres (aunque solo la idea pueda horrorizarnos). Esto es debido a que los rasgos que les resultan familiares son los que más les atraen.
En las parejas que llevan años juntas todavía se evidencia más el parecido, ya no solo físico, sino que también la personalidad de cada uno se va modificando. Y es que cuando pasas tanto tiempo al lado de una persona es normal imitar gestos, expresiones y que se te peguen sus costumbres hasta el punto en que, aunque el parecido físico no sea del todo evidente, termina por producirse. Los científicos llaman a este fenómeno “facilitación social”, que explica cómo el comportamiento de la pareja puede modificar los rasgos físicos de manera inconsciente.
Como veis, no se trata de que las personas escojan a su pareja por un parecido físico a ellos, sino que con el paso del tiempo el parecido entre ambos tiende a converger. A continuación, os hablamos de cuatro fenómenos que “ayudan” a que esto suceda:
Hábitos alimenticios: Si coméis lo mismo durante 10 años, es probable que vuestro físico acabe siendo parecido. Aunque este punto también dependerá del estilo de vida de cada uno de manera individual.
Entorno que os rodea: La exposición a los mismos factores ambientales, como por ejemplo el sol, se traducirá con los años a un mismo tipo y tono de piel. Otro ejemplo evidente se encuentra en la práctica de deporte. Si ambos seguís una vida activa en cuanto a realizar ejercicio, se apreciarán dos cuerpos saludables y atléticos.
Personalidad: Tendemos a escoger como pareja a otras personas que sean similares en cuanto a personalidad y gustos. De esta forma, también se puede llegar a envejecer de un modo parecido. Por ejemplo, las personas muy extrovertidas tienden a juntarse con personas que también son extrovertidas. Y con el tiempo, ambos acabarán pareciendo una pareja extrovertida. Aquí desmentimos el mito de “los polos opuestos se atraen”. Puedes leer más sobre ello en este artículo: El mito de los opuestos en el amor
Empatía: Con los años, empatizamos con la manera de ser, actuar y comportarse de nuestra pareja. De alguna forma, nos hacemos a ella y ella a nosotros. Inconscientemente, adoptamos expresiones faciales y algunos gestos, consecuencia de pasar mucho tiempo uno al lado del otro. Con el paso del tiempo, una forma de sonreír, un pequeño tic en el ojo, una tos peculiar o incluso hasta la manera de bostezar pasa a convertirse en la nuestra propia.
Como se puede comprobar, la pregunta que nos hacíamos al principio del artículo tiene varias respuestas. Eso no quita que haya parejas que no se parezcan en nada y también triunfe el amor, pero siguiendo la línea de todas estas explicaciones, encontramos varios razonamientos que explican por qué cada vez más las personas tienden a juntarse con personas parecidas a ellas, o bien con el tiempo acaban pareciéndose debido a una convivencia conjunta.
Este relato forma parte de Hamor, la sección de nuestro blog en el que escritores amateurs nos cuentan sus historias más íntimas. ¿Te animas?
Agradecimientos a: Imagen de Deflyne Coppens en Pixabay