Nos convencimos de que era amor…
Quizás no sentimos lo que pensamos sentir, tal vez el deseo nubla nuestro juicio y las ganas de sentir se convierten en el sentimiento.
A veces nos decimos que los clichés de las películas no son reales, que el mundo no se rige bajo las reglas de los romances de las pantallas y que las relaciones son tan únicas como las personas en ellas.
Pero…
¿Por qué todos nos hablan sobre la ley de atracción y nadie opina sobre sus efectos secundarios?
Existe esta regla implícita en la mayoría de nuestras relaciones en donde creemos conocer a la persona indicada. Queremos que esto funcione, lo deseamos tanto que sin darnos cuenta estamos trabajando para lograr el resultado opuesto.
Queremos lo que no podemos tener.
¿Te suena familiar?
El amor no es algo que se busca, ni tampoco que se encuentra. Y es esta una de las únicas maneras de diferenciar ese sentimiento puro que llamamos amor de esa sensación de necesidad y apego hacia una persona.
Esto no es más que deseo.
Te aseguro que incluso te has encontrado en una situación en donde has hecho lo imposible para lograr que esa relación funcione, aunque muy dentro tuyo sabías que la química no estaba ahí en primer lugar.
Si amas a alguien, buscas compartir con esa persona. Si deseas a alguien ¿acaso no buscas lo mismo?
La respuesta puede ser un poco más complicada que un simple sí. Es por eso que la mejor manera de cuidarnos, de cuidar a los demás, es entender lo que estamos sintiendo antes de apostarlo todo al vacío.
Deseo…¿o expectativas?
Hazte las preguntas incómodas que a veces evitamos. Esas preguntas que molestan, que duelen, que nos muestran que quizás ese amor profundo que nos decimos sentir por alguien no es más que un capricho.
Nuestro enfoque en la productividad, nuestras aspiraciones suelen terminar por confundirse con reglas que deberían ser aplicadas a nuestra vida personal.
No necesitas una relación para ser feliz.
No necesitas a alguien para sonreír.
No necesitas a nadie más que a ti.
Si tu buen humor depende de alguien más, si tu ánimo por salir y explorar el mundo están anclados en la presencia de alguien que no eres tú, si las metas de tu vida se han transformado porque alguien ha aparecido en ella…
Nos convencimos de que era amor, pero, no lo confundas.
El deseo es uno de los aspectos más importantes de la vida de una persona, este nos impulsa a perseguir sueños y alcanzar metas.
Pero recuerda:
Querer amar no es lo mismo que amar.
Existen momentos en nuestras vidas en donde el deseo de algo es tan grande que nos vuelve ciegos a atender las necesidades de la persona más importante de nuestras vidas: nosotros mismos.
El querer algo de forma irracional nos lleva a pensar que tener a alguien a nuestro lado es un requisito para ser felices. Nos empeñamos en encontrar a alguien que cumpla con nuestros afanes…y así nos perdemos en el camino.
El deseo no es más que una expectativa. Es la idea que hemos creado en nuestras mentes. Es una ilusión tan real que nos hará sentir amor de verdad sin que lo sea.
Un amor que nos hace reír, que nos hace llorar.
No desees…¡Vive!
Uno de los mejores consejos que me habría gustado que me hubiesen dado todas las veces que pensé haber estado consumida por el amor hubiese sido: deja de desearlo.
El deseo de amar, el deseo de ser amados es capaz de consumirnos nuestra identidad, es capaz de convencernos a nosotros mismos que ese antojo superficial sea confundido con esa conmoción que ha impulsado las más grandes relatos, los más memorables eventos de nuestra historia: El amor.
No desees la presencia de alguien más en tu vida, sé la presencia que te gustaría que te acompañe en el camino.
Agradecimientos Photo by Morgan Sessions, Alex Martinez, Alex Iby on Unsplash