Hoy me despierto con la misma noticia que hace tres días: una mujer asesinada (que no muerta) en manos de su (ex)pareja, y ya he perdido la cuenta. Todas ellas cometieron el mismo delito, SOÑAR QUE PODÍAN SER FELICES. Pero ninguna de ellas contaba con que ese sueño, en su caso, estaba prohibido. Si acaso, debían soñar ser felices a su lado.

Maldita sea la existencia de los posesivos “mi pareja”, “su lado”. Porque sí, al final todo se basa en que era SU MUJER, igual que su coche, su ropa o su casa, objetos con un valor relativo ganados con años de esfuerzo.

Y digo años porque creo que ahí es donde debemos poner la alerta. Esos primeros detalles, con gesto amoroso pero castrante (¡Cariño, tu amigo te mira mucho…, estás tan guapa! ¿Seguro que sales con tus amigas con lo bien que estamos los dos juntos? Y así hasta el infinito). 

Señoras, tenemos que poder definir y decidir qué queremos, cuándo lo queremos y cómo lo queremos, nosotras, sin más límites que los nuestros, sin coacciones de ningún tipo y sin miedo. 

Y el miedo es otra arma que se teje lentamente y cuando quieres escapar estás en el centro de la telaraña. No dejemos que la urdan, cortemos el hilo más fino si no queremos que se nos coma la tela. 

Esas “tonterías” de que te mire el móvil, te controle el horario de llegada a casa, te sugiera qué ropa ponerte hoy o te obligue a tener sexo cuando le place, es violencia, aunque algunos se empeñen en llamarlo micromachismos

Y sí, tenemos derecho a soñar ser felices sin ellos al lado, y algunas, sobre todo, ¡¡sin ellos al lado!!

Foto de Jonathan Cosens Photography en Unsplash