Quizás no sentimos lo que pensamos sentir, tal vez el deseo nubla nuestro juicio y las ganas de sentir se convierten en el sentimiento.
A veces nos decimos que los clichés de las películas no son reales, que el mundo no se rige bajo las reglas de los romances de las pantallas y que las relaciones son tan únicas como las personas en ellas.